Cuáles son los empleos del futuro y qué efectos tiene sobre ellos la pandemia

úper, el padre de familia de los dibujos animados futuristas Los Supersónicos, trabaja frente a una gran máquina y se define a sí mismo como un «operador digital de botones»: su tarea consiste en presionar repetitivamente comandos para habilitar procesos en la empresa de la cual es parte. La serie se estrenó en 1962 pero, según el argumento, la vida de los personajes transcurre varias décadas después, en un mundo con muchas máquinas, naves aéreas para transportarse, comunicaciones a distancia que permiten ver en pantalla a la persona con la cual se interactúa y robots con formas humanas. Muchos objetos y situaciones que se ven en esa animación creada por Hanna-Barbera son hoy parte de lo cotidiano. A algunas (como la consulta médica a través de una pantalla) las conocemos o las utilizamos más en estos tiempos de cuarentena y de distanciamiento social por la pandemia del Covid-19.

Pero, eso sí, los empleos de surgimiento más reciente o los llamados «empleos del futuro» no parecen referirse, por lo general, a tareas basadas en acciones repetitivas y sin intervención de la mente humana («la que piensa es su máquina», le dice a Súper su jefe, el señor Júpiter, cuando en un capítulo el empleado decide ir a pedir un aumento salarial).

Lejos de trabajos humanos carentes de variaciones, los estudios teóricos sobre el tema y la propia realidad van mostrando que, para las ocupaciones laborales que serán cada vez más protagonistas será necesario el ejercicio del pensamiento crítico y la práctica de la empatía y la creatividad; además deberá contarse, en muchos casos, con conocimientos duros y específicos -principalmente sobre tecnologías-, que exigirán actualizarse en forma constante.

Hay varias oportunidades pero, a la vez, también varios riesgos que deberían observarse cuando se analiza el mundo laboral de un futuro que, en realidad y dado el ritmo de avance de los cambios, ya se está integrando al presente. Uno de los riesgos es el de un agravamiento de las ya profundas desigualdades de ingresos y de oportunidades, sobre todo en sociedades como la argentina, porque retroceden muchos empleos tradicionales y avanzan otros que requieren del acceso a determinados conocimientos y herramientas tecnológicas.

Al interrogante sobre los efectos sociales se suman otros. ¿Se trabajará de manera más autónoma, algo que ampliaría los desafíos de tener más iniciativa propia y de ser capaces de autogestionar el tiempo? ¿Cómo influyen la mayor conciencia por el cuidado del ambiente y el hecho del envejecimiento poblacional? ¿Qué debería hacerse desde el sistema educativo? Si se pone la mirada más allá de la actual pérdida de puestos y del aumento de la pobreza y la informalidad en la Argentina, que son efecto de la profundización de la recesión y que exigen sin dudas una atención urgente, ¿qué consecuencias se derivarán de esta experiencia de pandemia y cuarentena en cuanto al escenario laboral?

«Viene un mundo con más tecnología y la tecnología tiene el potencial de crear más millonarios y súper magnates; si manejamos mal el tema, probablemente eso será lo que ocurra. Pero con acciones en el campo de la educación se pueden distribuir mejor los beneficios; la educación es la raíz principal para permitir que muchas personas puedan aprovechar las oportunidades que dan las herramientas existentes», dice el filósofo Ben Pring, autor de libros sobre el tema y director del Centro para el Futuro del Trabajo de la firma global Cognizant. Desde ese espacio de investigaciones, con sede en Estados Unidos, se elaboraron dos informes, en los que se describen 42 empleos con potencial en el futuro, algunos de los cuales ya existen (aunque en ciertos casos, no en la Argentina) y otros están proyectados para los próximos años. Varios de estos puestos, actuales o futuros, se describen más adelante, en esta nota.

Pring, que dialogó con LA NACION, valora que, más allá de los riesgos, el desarrollo de las tecnologías permita el acceso a la educación vía internet. «Hay una democratización de la educación y hay cosas que en la actualidad podemos tener, literalmente, en la palma de la mano», describe.

«Los Estados deberán jugar su rol para procurar que haya equidad», señala el economista Christoph Ernst, especialista en Empleo y Desarrollo Productivo de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Buenos Aires. Ernst afirma que las ideas que ya existían sobre el empleo del futuro se refuerzan con la pandemia. «Todo lo vinculado a la inteligencia artificial y a lo digital ayuda a que muchas personas puedan hacer ahora su trabajo. Hoy se revaloriza eso, y también, con el trabajo a distancia, toma nuevo valor la necesidad de equilibrar el tiempo de trabajo con el dedicado a la familia», analiza.

Toma nuevo valor la necesidad de equilibrar el tiempo de trabajo con el dedicado a la familia.

El hecho de que los desafíos no son nuevos sino que se ven reforzados por la aceleración de los cambios, lleva a pensar que no son cuestiones de un «mientras tanto», sino que van más allá. «Ya sea que esta crisis dure semanas o dure meses, muy pocas cosas permanecerán después inalterables. ¿Seguiremos trabajando desde casa? ¿Virtualmente? ¿Se profundizará el uso de la inteligencia artificial?», se pregunta el licenciado en Ciencias de la Computación Cristián Argüello, country manager de Sudamérica Habla Hispana de Cognizant. «Desconocemos las implicancias de todo esto a largo plazo, pero es muy posible que la pandemia acelere los cambios en el trabajo y que incremente la demanda de empleos con capacidades digitales», evalúa.

Es muy posible que la pandemia acelere los cambios en el trabajo y que incremente la demanda de empleos con capacidades digitales.

Las respuestas a los interrogantes dependerán, en muchos casos, de las decisiones que vayan tomando las compañías o de lo que acuerden con sus trabajadores. «A las empresas del futuro las imagino con espacios más chicos, manteniendo solo una pequeña oficina central, con la gente trabajando en sus casas y recibiendo lo necesario para acomodarse, desde la silla hasta la conectividad; creo que se iría una vez por semana a la oficina para una reunión», dice la psicóloga Mercedes Pastor, directora de la carrera de Recursos Humanos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA.

Vinculada con esa cuestión práctica del lugar de trabajo, Pastor señala que la autonomía será un factor que irá ganando espacio, como también lo hará en muchos casos el mayor compromiso con lo social y lo ambiental. Esto último, ya en este presente y en el caso de no pocas personas, marca la motivación para hacer lo que se hace y define el sentido mismo que se le da al trabajo.

«Hasta hace poco se hablaba de la necesidad de flexibilidad y adaptabilidad; lo que viene es la agilidad. Se requiere agilidad para responder desde la propia iniciativa a ciertas situaciones y para poder reinventarse siendo creativos», describe. El concepto de agilidad está más vinculado a decisiones propias que el de adaptabilidad.

Y, en definitiva, ¿cuáles serán las ocupaciones laborales del futuro?

Los ya citados informes del centro de investigaciones de Cognizant mencionan una serie de empleos, con un estilo de redacción que simula avisos potenciales de organizaciones que buscan trabajadores. Para esta nota, se hizo una selección de algunos de los puestos mencionados y se los organizó según a qué tipo de tareas están o estarían vinculados (algunos existen y otros no, al menos por ahora).

«La actual crisis hizo imprescindible poner en marcha muchos proyectos de digitalización que las empresas tenían en agenda», dice Argüello. ¿Por qué? Por la necesidad de llevar las operaciones a la nube (por el teletrabajo) y de incrementar las ventas por vía electrónica. «Todo lo que podía hacerse online se trasladó a online y se mantendrá online», afirma. En función de eso, entre los empleos cuya demanda avanzará están los de vendedores de servicios de inteligencia artificial, desarrolladores de software, pronosticadores de desastres tecnológicos por problemas en las máquinas y, además, los siguientes:

  • Detective de datos. Es quien se dedica a investigar lo que esconde la big data para que se pueda pensar su utilidad. Entre los requerimientos para ocupar un puesto así, se indica que es una ventaja tener un título en matemática, física o economía.
  • Coordinador de equipos mixtos (de personas y máquinas). El rol es combinar de la mejor forma posible las fortalezas de las máquinas y de la inteligencia artificial (precisión, cálculo, velocidad) con las de los seres humanos (conocimiento, criterio, empatía, versatilidad). ¿Estudios sugeridos? Psicología, neurociencias, sistemas e ingeniería.
  • Ingeniero de reciclaje de datos. La tarea encomendada es analizar datos que se recolectaron pero que en 12 meses no se utilizaron, para buscar oportunidades de negocios.
  • Auditor de sesgos de algoritmos. Que el comportamiento de los algoritmos asociados a sus negocios refleje la misión de la compañía es la razón por la cual, según uno de los informes de Cognizant, existirían estas vacantes. En la opinión de Pring, este es uno de los empleos más importantes, dado el efecto que muchas veces se genera en los ánimos de las personas por lo que provocan los algoritmos (recibir determinada información o recomendación luego de haber hecho alguna operación, por ejemplo). En un informe presentado en 2019 por un comité de expertos en empleos del futuro convocado por la OIT a nivel global, una de las recomendaciones fue que debía procurarse que el ser humano maneje los algoritmos, en vez de que los algoritmos manejen al ser humano.
  • Especialista en suscripciones digitales. Con cambios culturales en la forma de consumir que en algunos casos desafían al propio concepto de la propiedad (¿para qué tener un auto si puedo alquilar uno las pocas veces que lo necesito?), gana fuerza la modalidad de venta por suscripciones tanto en el caso de bienes como de servicios. Se sugiere contar con habilidades blandas que permitan analizar la experiencia de los usuarios y valorar las emociones involucradas.

Mientras que en los procesos industriales se acelera la robotización, en la prestación de servicios «habrá más tareas vinculadas a la creatividad y a la empatía», dice Ernst. Muchos de esos servicios serán dados a distancia, según ya se preveía antes de esta pandemia que, en todo caso, intensifica el uso de la modalidad.

Los estudios de Cognizant muestran que la empatía va a ser necesaria en casos en los que la tecnología lleve a alguien por el mal camino: así aparece, por ejemplo, la tarea de rehabilitar a ciberdelincuentes juveniles. Se citan, además, ocupaciones vinculadas al entretenimiento, como la construcción de salas de realidad virtual o de estadios para torneos de videojuegos; otras relacionadas al cuidado de la salud, como la del consejero a distancia para bajar de peso, y algunas referidas a la gestión pública, como la tarea del controlador del tráfico de drones y de autos autónomos.

  • Técnico sanitario con uso de inteligencia artificial. Es una tarea relacionada con la telemedicina, que implica el seguimiento de cerca del estado de salud de las personas. ¿Conocimientos y habilidades? Un título de enfermero y el don de las buenas relaciones interpersonales.
  • Defensor de la identidad virtual. Es quien combate noticias falsas, calumnias e injurias que afecten a personas. La tarea tiene que ver con diseñar tecnologías que impidan adulterar identidades virtualmente.
  • Coach de bienestar financiero. La función es asesorar a personas para el manejo de sus finanzas desde dispositivos digitales, incluyendo decisiones de inversión y la utilización de bitcoin. Se señala que los algoritmos no han ayudado a cambiar comportamientos en función de lo que va pasando en los mercados, algo que sí podrían hacer los seres humanos con su asesoramiento. Por eso, se advierte que no solo hace falta tener conocimientos financieros, sino también la capacidad de entender el carácter y las motivaciones de cada persona.
  • Modista digital. El trabajo consiste en confeccionar ropa tras haber tomado los pedidos y las medidas de los clientes a distancia y mediante el uso de recursos tecnológicos.
  • Consejero rehabilitador de ciberdelincuentes juveniles. El desafío es trabajar con quienes hayan cometido cibercrímenes como estafas o phishing, con la meta de capacitarlos para que vuelquen su talento a un uso ético de la tecnología.
  • Asistente de alegría. El objetivo de quien hace esta tarea es ayudar a las personas a organizar sus viviendas y hacerlas reflexionar sobre su relación con los bienes materiales.
  • Coordinador de los «estudiantes de por vida». En un mundo de cambios muy acelerados, a través de quien ocupe este puesto las universidades tendrían relación constante con exalumnos para capacitarlos.

Por haber visto imágenes de grandes ciudades menos contaminadas que lo habitual, o por algún otro motivo, la pandemia intensificó en algunas personas y despertó en otras la conciencia sobre la necesidad urgente de cuidar el planeta. Es una responsabilidad para la cual surgen varias ocupaciones concretas, desde la producción de bienes a partir de materiales reciclables, hasta la organización de los procesos productivos de tal forma que eviten o mitiguen los daños ambientales. «Se empieza a comprender más que la recuperación tendrá que ser una recuperación sostenible», reflexiona Ernst.

Pastor destaca que desde hace un tiempo existe en muchas personas un replanteo del vínculo con lo que está en el entorno, y dice que ahora eso se refuerza. Es algo que tiene que ver con la naturaleza, con la diversidad y con las sociedades que cambian y que, entre otras cosas, envejecen. Ese replanteo es fuente de empleos. Entre los mencionados por Cognizant, algunos tienen que ver con la actividad de las empresas y otros, con servicios personales.

  • Responsable de la ética en los suministros. Es quien define y controla, en una compañía, que en la cadena de valor haya buenas prácticas en el trato hacia las personas y hacia el ambiente. La diplomacia, la capacidad de innovar y el ser bueno en las relaciones interpersonales son rasgos valorados para el puesto.
  • Jefe del plan de propósito de una compañía. Es la persona responsable dar una definición constante de cuál es el rol social que cumple la empresa a través de su propio negocio y de cuál es la participación activa en causas de bien común.
  • Jefe de comportamientos en las empresas. Cumplir esta función requiere observar, conocer y analizar los hábitos de los empleados, para mejorar la interacción y la productividad. Es una tarea que puede generar reparos y, por eso, se menciona que la capacidad de generar confianza resulta indispensable.
  • Consultor de granjas verticales. La misión es crear y mantener espacios comunitarios de cultivos y educar para la buena nutrición.
  • Acompañante para caminar y charlar. Esta actividad aparece propuesta en el informe bajo la modalidad de la economía de plataformas; se entiende entonces que habría personas disponibles para cumplir las tareas a demanda. Escuchar, hablar y caminar son las tres funciones asignadas a esta ocupación, vinculada con la mayor presencia en las sociedades de adultos mayores, que muchas veces están solos.
  • Curador de la memoria personal. Es otro trabajo que tiene que ver con el envejecimiento poblacional. Se trata de ayudar a ejercitar la memoria a personas mayores; el trabajo prevé el uso de herramientas virtuales para recrear lugares vistos y situaciones ocurridas. ¿La principal virtud requerida? La paciencia.
  • fuente: /www.lanacion.com.ar