Las cárceles vacías se convirtieron en hogares para refugiados en Holanda

Foto: AP / MUHAMMED MUHEISEN

En los últimos años bajó el índice de delincuencia y cerraron varias cárceles; el Gobierno decidió usarlas para albergar a miles de refugiados alrededor del país.

La agencia del gobierno de Holanda encargada de recibir a los refugiados en el país abrió las prisiones vacías para acomodar la gran cantidad de inmigrantes que buscan asilo.

El porcentaje del crimen en el país y la cantidad de reclusos bajó considerablemente en los últimos años y, por ese motivo, varias cárceles cerraron. En contraste, el número de inmigrantes comenzó a aumentar (más de 50.000 personas entraron a Holanda sólo el año pasado) y la Agencia Central de Recepción para quienes buscan asilo vio la solución.

El fotógrafo Muhammed Muheisen, ganador del Premio Pulitzer, dedicó los últimos años de su profesión a retratar la crisis de refugiados. «La pregunta en mi cabeza siempre fue: ¿qué pasa después?», contó a National Geographic. «El camino no se termina una vez que entran al país que los recibe», añadió.

El otoño pasado, Muheisen empezó a escuchar rumores acerca del «reciclaje» de las cárceles. «No entendía muy bien. Pensaba que los refugiados se sentirían presos», reveló el fotógrafo.

Le tomó seis meses conseguir un permiso para fotografiar el interior de una prisión. Cuando lo logró, pasó cuarenta días en los que visitó tres instalaciones, conoció a los residentes y retrató sus vidas.

«Hablamos de docenas de nacionalidades», dijo. «Docenas. El mundo entero está acá», agregó.

Los refugiados, que vivirán allí durante al menos seis meses mientras esperan que les otorguen el asilo, son libres de entrar y salir. Muheisen contó que algunos hasta forjaron amistades con sus vecinos holandeses.

A pesar de que no están autorizados para trabajar, practican el idioma y aprenden a andar en bicicleta, una habilidad esencial para vivir en Holanda. El hecho de estar en una prisión no los perturba. Muheisen explicó que cuando les preguntaba qué sentían, ellos le respondían: «Tenemos un techo, en un refugio y acá nos sentimos seguros».

Un hombre le dijo a Muheisen que vivir en una prisión le dio esperanzas: «Si un país no tiene prisioneros significa que es seguro y quiero vivir acá».

Fuente: La Nación