Para algunos expertos la medida borra diferencias generacionales. Otros dicen que cada padre debe evaluarlo. Opinan un médico psiquiatra, una psicóloga y un economista.
Hace 20 años, nadie pensaba en la posibilidad de darle una tarjeta de débito a un niño. Ahora ya se ofrecen a partir de los 12 y, seguramente, no tener una desde la infancia se considerará extraño en poco tiempo. Esta nueva realidad reabre el debate sobre el ingreso de los chicos al mundo de los grandes en forma temprana. Según publica el diario Clarin, las posturas al respecto son diversas: mientras para algunos la iniciativa “fomenta la adultización de los niños” para otros sirve para “aggiornarse a nuevas formas de consumo”.
Pedro Horvat, médico psiquiatra y psicoanalista sostiene que “La edad para iniciarse en casi todo está bajando: esto aplica a las relaciones sexuales y al consumo de alcohol, por ejemplo. Y existen consensos sociales que avalan esas conductas prematuras. La posibilidad de bancarizar al niño -darle una tarjeta de débito y abrirle una caja de ahorro- va en esta misma línea, apunta a hacer que los nenes se salteen etapas y eso no es positivo». Según el experto, miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional, “la entrega de una tarjeta puede resultar funcional operativamente pero, en el plano simbólico, implica delegar la administración del dinero en un púber”. Esto no es aconsejable ya que, según él, “al autorizar al chico a ejercer acciones no acordes a su edad se lo equipara con el adulto y uno de los principales problemas de nuestra cultura tiene que ver con este borramiento de las diferencias generacionales”.
La psicóloga Ana Rozenbaum de Schvartzman, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y especialista en niños y adolescentes, coincide en que “ la dependencia hasta un determinado momento es positiva” aunque aclara que hay que analizar cada caso en particular. “Todos los chicos de 12 no son iguales e incluso hay diferencia entre hombres y mujeres. Creo que cada padre debe evaluar las condiciones psíquicas de su hijo y su grado de responsabilidad”, explica Rozenbaum. “Pensando en que no tengan dinero encima, creo que está bueno. Aunque es importante que el adulto mantenga con el plástico las mismas pautas que con el efectivo. Que quede claro en qué se puede gastar y en qué no”.
Para Matías Tombolini, economista y profesor de la UBA, al tener la posibilidad de fijar límites de retiro de dinero o compra con débito, con las tarjetas para chicos “no va a cambiar la cantidad de plata que tengan a disposición sino la forma de acceder a ella: es una herramienta relativa al cómo”. Por esto, se muestra a favor de la medida a la que considera “una forma de aggiornarse a las nuevas maneras de consumo. Antes los chicos iban al kiosco por figuritas, ahora compran aplicaciones para el celular En la sociedad moderna los nenes son consumidores maduros”.
Fuente: Diario Clarin